lunes, 18 de abril de 2011

¿El último matrero?

En un rancho, en mitad del escenario una mesa, una palangana, un zapallo, un poncho, una horqueta de madera, una escoba de chircas, unas tapas de olla….
Entran los actores, y comienzan un juego escénico con los elementos. Poco a poco va surgiendo el relato acompañado por una música que lleva a la escena hacia un estado onírico. El espacio se va modificando,  y de repente surge una mujer a punto de dar a luz, ahora la mesa es la cama del parto. Nace un niño, pobre y con un solo apellido, Martín Aquino, que comienza a andar, y siendo casi un niño va a la guerra con “los blancos” de Saravia. Estaba en el bando perdedor y debe retornar a su mísera vida, para sobrevivir se enrola en la policía, pero su espíritu “orejano” lo lleva a desertar.  Allí comienza su vida independiente, sin patrón ni líder, en busca de su libertad económica y personal. Los hechos y la mala suerte lo van condicionando, y por diferencias de dinero Martín Aquino tiene su primer muerto. Los trascendidos de sus aventuras, sus espectaculares huídas, las persecuciones, las emboscadas y las traiciones, hacen que el pueblo se identifique con sus ansias de libertad y su actitud desafiante con la autoridad. En el entorno van surgiendo los intereses electorales de algunos caudillos de la época, la manipulación política y la corrupción policial. Martín Aquino, alias Simón Rondán, representa el antihéroe, es un grito de protesta contra la miseria y la injusticia.

Finalmente se produce la última emboscada en el rancho de la mujer que Aquino ama. Entre el  fuerte olor a pólvora,  Martín Aquino se defiende, se desgañita, no quiere perder lo único que tiene, su libertad.
A los 27 años (5/3/1917) y luego de una década de persecución, muerte, cárcel y traiciones, es cercado por las fuerzas policiales. Luego de resistir antes de entregarse, se auto elimina, como un último acto de irreductible rebeldía.
Lo llamativo de sus muertes es que nunca las fue a buscar, todas ellas se dieron en encuentros donde trataban de apresarlo.
Martín Aquino fue un joven donde el destino conjugó una derrota política militar de un pueblo en armas, y un cambio de siglo de re acomodo político y social al cual Pedro Barrán lo denominó "El disciplinamiento"


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